lunes, 24 de noviembre de 2014

Aplicación Infantil. El volumen

LA NECESIDAD CONOCER QUÉ ES VOLUMEN Y ESPACIO PARA EL NIÑO Y EL ADULTO.

Si reflexionamos sobre el que conocemos del volumen, nos percataremos que en líneas generales y comparando nuestros conocimientos pictóricos, nuestra concepción sobre le tema es limitada y falta de experiencia.
Sabemos qué es un volumen? Y una escultura? Es lo mismo? Qué relación sustentan? Conocemos la historia de la escultura? Qué sabemos de los escultores que han participado de los movimientos artísticos más relevantes? Seríamos capaces de nombrar a escultores que habitualmente muestran sus obras en la actualidad?

Las respuestas a estas preguntas quizá serán fáciles para un estudiante de Historia del Arte, de Bellas Artes, de Artes y Oficios, y en menor medida de otras personas relacionadas con el Arte. Pero no es así en el público general. Por ejemplo, en la mayoría de los espectadores que transitan por museos, galerías de arte y espacios públicos en los que hay formas escultóricas, reconocen a tales formas como lo que son pero serian incapaces de hablar de sus características.

Por qué se produce este fenómeno? Fundamentalmente porque tanto el volumen como el espacio escultórico son conceptos que se tratan con poco rigor en los centros educativos (si se tratan). Eso produce una falta de conocimiento que deriva en desinterés que, a su turno, provoca una escasa preocupación por el tema a todos los niveles.

Y no obstante, en el mundo real el volumen es una cosa sencilla de comprender porque se relaciona claramente con aquella masa u objeto que ocupa un lugar en el espacio y que presenta una característica que le define: su tridimensionalidad -es decir, que presenta altura, anchura y profundidad. La experiencia nos demuestra que nuestro propio cuerpo constituye un volumen que ocupa un espacio y se desarrolla en la tercera dimensión: de esta manera reconocemos nuestro tamaño en relación a los objetos y personas que nos rodean, comprobamos nuestra altura y anchura al medirnos o al ocupar espacios que limitan y por medio del nuestro desplazamiento en este mismo espacio, experimentamos y percibimos la profundidad del medio. Lo contacto con cualquiera objeto amplía nuestro conocimiento del mundo porque nos está informando de sus propias características: su peso, su forma, su textura, la materia con la que está elaborado, el color natural o añadido; todas ellas diferentes y diferenciadas de las nuestros. Por ello, el volumen también es una percepción personal e intransferible del mundo que vivimos y que es posible desarrollar expresivamente en la educación visual y plástica.

El Espacio es más difícil reconocerlo. Cuando nos referimos a él, normalmente, estamos hablando de espacios habitados por personas - seres, en general- , por construcciones o por objetos diversos, o bien, estamos hablando de otro tipo de espacios más íntimos relacionados con nuestro interior físico y cognitivo. Estamos, por lo tanto, hablando de muchos espacios, de los limitados o ilimitados, de los interiores o exteriores, de los físicos o los simbólicos, pero todos ellos los relacionamos con nuestro yo. Por ello, cualquiera volumen como realidad tangible en el espacio, le agarramos, nos lo apropiamos porque lo relacionamos con nosotros mismos. Este reconocimiento, realizado a través de los canales más básicos: la vista y el tacto, lo relacionamos con nuestro propio espacio lo individualizamos, lo interiorizamos, e incluso lo interpretamos.

En definitiva, toda nuestra comprensión del volumen y del espacio proviene de nuestras experiencias, y de ellas, las más importantes, son las de nuestra infancia. Los niños/se comienzan a distinguir las cosas que los rodean porque las tocan, las cogen, las palpan, se las llevan a la boca.... Basándose fundamentalmente en los sentidos de la vista y el tacto comienzan su conocimiento del mundo. El lenguaje verbal vendrá después y con él la significación de su entorno físico. Así, la manipulación de objetos concretos y cotidianos constituye la baza del conocimiento humano porque a través de estas acciones físicas, estos adquieren significación y se interiorizan.

La experimentación con objetos y formas conduce directamente los niños y las niñas a establecer relaciones subjetivas con el espacio. Desde luego, su concepción espacial es limitada, pero están capacitados para reconocer determinadas conexiones entre las formas y el lugar que ocupan. Así, de la misma manera que juegan con objetos cotidianos -muebles, cajas-, proyectan en estas acciones sus propios sentimientos y sensaciones y consolidan, poco a poco, su comprensión del espacio.

Esta concepción espacial se produce de una manera secuencial izada, como muchos psicólogos y pedagogos - Piaget, Stern, Duquet, Kellog, Lowenfeld, Oñativia, Holloway - nos han informado en diversas investigaciones, y aunque las denominaciones varían de unos autores a otros -estadios, niveles o etapas- todas sus propuestas coinciden que existen básicamente tres estadios de asimilación espacial en los que siempre quedan vinculados la experiencia del propio cuerpo con el entorno vivencial.

Esta evolución a nivel espacial se desarrolla de una manera secuencial:
• - en el último ciclo etapa de Educación Infantil (4-6 años) comienza la primera relación espacial significativa: el nivel topológico (según Piaget) que define las primeras relaciones del niño con el que le rodea de una manera próxima.
• - entre el primero y segundo ciclo de Primaria ( 6-8 años y 8-10 años, respectivamente), la consolidación de las relaciones espaciales -niveles topológico y proyectivo según Piaget- se distingue por la consolidación entre las formas elaboradas en la superficie de trabajo -el plan- y las formas logradas en vertical. También la asimilación de las acciones espacio-temporales se traducen en éxitos volumétricos que expresan movimiento. En definitiva, los alumnos experimentan por medio de diversas técnicas tridimensionales -básicamente modelado y construcción- , su comprensión de determinadas relaciones espaciales: diferenciación entre la verticalidad y la horizontalidad, el equilibrio formal, la compensación de elementos, las dimensiones, los tamaños, las texturas,...Es la etapa de control espacial de los elementos y los materiales.
• - en el tercero ciclo (10-12 años), se produce la consolidación de la concepción espacial -el nivel euclidiano según Piaget-. El alumno no solo es capaz de representar plásticamente en el plan las nociones espaciales asimiladas, sino que en volumen también estructura con facilidad lo que elabora, domina conceptos como proporción, movimiento, equilibrio, color, textura,...Es la etapa de la organización espacial.
• Este nivel, curiosamente, se reproduce hasta la edad adulta. No obstante, mientras a nivel gráfico el adulto suele expresarse sin evolucionar desde su etapa adolescente, en la expresión en volumen los éxitos suelen ser más evolucionados y seguros.
Ante esta situación, cabría preguntarse si realmente el Volumen y el Espacio son tan importantes para la formación integral infantil. Si hasta este momento estos dos aspectos nos han sido tratados con rigor, tal vez no sean imprescindibles. No obstante, si atendemos a la realidad del ser humano que anteriormente hemos argumentado y lo trasladamos el marco escolar, nos percataremos que no podemos olvidar cabeza aspecto porque todos son importantes.

EN EL MARCO DE REFERENCIA EDUCATIVO:

Para comenzar, debemos tener claros los conceptos que sobre la expresión tridimensional:

ELEMENTOS BÁSICOS DEL VOLUMEN ESCULTÓRICO
MASA – FORMA - MATERIA
ESPACIO
TEXTURA
COLOR
MOVIMIENTO

Estas constantes ayudan a definirlo plásticamente y que también se corresponden en importancia con los procesos en el desarrollo infantil. Pero debemos tener muy cuenta como abordan los niños estos aspectos.

En EDUCACIÓN INFANTIL, por muy elemental que sea la expresión tridimensional siempre veremos el volumen acompañado del espacio, de la forma, de la materia y de la textura; cuatro constantes que ayudan a definirlo plásticamente y que también se corresponden en importancia con los procesos en el desarrollo infantil.

El esencial para ellos es la materia y tanto si se trata de arcilla, de plastilina, o de cualquiera otra pasta de modelar, durante los primeros contactos con la materia los niños disfrutaran estirando, aplastando, hundiendo, golpeando....es decir, descubriendo y jugando con sus posibilidades y limitaciones.

Por eso en el interés en que mueve al niño a modelar, el primer lugar lo ocupa la materia: su exploración, la acción para transformarla. Y esta fuerte motivación es la que debemos aprovechar para proporcionarles materiales con distintas texturas que permiten al mismo tiempo un enriquecimiento progresivo de la sensibilidad del tacto.

Por otro lado, no podemos hablar del volumen sin referirlo a un espacio, no obstante en la etapa infantil, cuando los niños/se trabajan con el volumen observamos la aparición de una calidad intrínseca que se manifiesta, casi, como elemento único expresivo: su cosidad, su apariencia de bloque compacto.

Aunque este cuerpo volumétrico en apariencia esté formado por la adición de otros elementos no podemos considerarlos como a creadores de espacio. El espacio no interviene en la creación de lo obra; está aquí pero no tiene suficiente significación plástica: Tiene, eso si, un significado importando cuando el niño/a lo utiliza como lugar de desplazamiento, distancia entre las partes, base sobre la que reposa o construye el objeto. Así, el espacio es un medio útil, significativo en su finalidad lúdica, perceptiva y cognitiva, aunque no guarde relación con el concepto del adulto.

La forma modelada supone una gran dificultad para el niño: la necesidad tener presente distintos puntos de vista en el mismo objeto. Por ejemplo, en la representación de la figura humana, los niños/se la resuelven en un primer momento, aplanando la figura sobre la superficie de trabajo; aquí es donde una buena acción educativa debe tratar de buscar la motivación necesaria porque lo objeto, la figura, adquieran el concepto de verticalidad y vaya perdiendo protagonismo la “frontalidad”.

Pero sobretodo será la práctica -frecuente, no esporádica- lo que permitirá que los niños/se descubran todas las posibilidades expresivas del modelado: el hacer y deshacer, modificar, transformar...sentirse creador de formas únicas y personales. El tacto deja de ser la única fuente de satisfacción y el juego se transforma también en gozo y placer visual. Posteriormente el ojo y la mano colaboraran a darle significación a la materia y se nivelan en importancia plástica.

Este proceso de desarrollo, aumenta considerablemente la experiencia formal, espacial y volumétrica con las construcciones. En ellas el niño/a puede apreciar aspectos muy importantes como el equilibrio y el valor del vacío entre la forma.

Por medio del equilibrio construye, alza, organiza, despliega en extensión sobre una superficie los elementos de la construcción: cubos, cajas, materiales de desecho. Por medio del vacío o los intersticios resultantes puede observar que hay más allá de si mismo, fijando espacios próximos o interpretando circunstancias referidas a otros espacios más alejados.

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